miércoles, 24 de diciembre de 2008

Público individual

















El momento del público ha pasado. Sólo quedan críticos y técnicos.

Las artes de ahora mismo no disponen de público para ser recreadas.

Imagínense diez mil, o mejor aún, diez mil veces diez mil adolescentes (cosa importante a tener en cuenta: la adolescencia, como la niñez, no se pasan jamás), preparándose para salir, poniéndose su gomina, lacas, brillos, pinzas, coleteros, dejando entrever sus calzoncillos o sus tangas, maxibragas o..., hasta la altura exacta, ni más, ni menos; doblando y manchando un poco sus zapatillas para que se vean lo suficientemente gastadas, o todo lo contrario, pegando la última pieza dorada con superglue sobre el tacón; depilando sus cejas, limpiando sus caras para que no tengan ni el menor rastro de naturaleza; batallando con su camiseta y su sujetador para que encima quepa otra camiseta y sobre la anterior, otra de largo de manga diferente...

Imagínense diez mil veces diez mil adolescentes preparados para salir, par ser vistos...

Nadie les espera para ser mirados como la imagen de la que se despidieron en el espejo.

No hay nadie que les mire lo que ellos quieren que vean.

No son vistos.

Ejercicios inútiles como este son los que conoce perfectamente el artista.

Las artes no tienen mirada en la que ser elaborados. Son montones de cosas que son transportadas de una ciudad a otra para poder seguir sosteniendo un gasto cultural “indispensable” para una sociedad del primer mundo.

¿Por qué mantenemos museos dedicados a las artes de ahora mismo, o como dicen por ahí, dedicados al arte contemporáneo?

Porque tiene que seguir habiendo un orden.

Porque es necesario que lo mostrado sea “lo que debe ser mostrado”.

Porque no hay orden sin que la expresión sea definida, sea “significada”, o mejor, sólo hay arte si algún SEÑOR DE LOS SIGNIFICADOS lo muestra, lo enseña y dice: “eso es arte” (los señores de los significados suelen ser, en la actualidad, fundaciones, consejerías de cultura de las comunidades autónomas, que son, sobre todo, aquellos que están muy preocupados por el orden, les va la “vida” en ello).

A partir de ese momento comienza la tarea del crítico (que es el que sabe de lo temporal y tendencias convenientes en las artes y debe justificar el gasto, incluidos sus honorarios), y el técnico (que es el que pone en conexión con alguna parte de la historia ad hoc alguna parte de la obra con la que tiene muchisimísimo que ver y la expone en el sitio perfecto, rodeada de un ambiente perfecto, para que llegue el significado sin ningún tipo de duda).

Y así, cada cosa en su sitio, para que pueda ser entendida con un significado muy concreto, y a ser posible, sólo ese, hombre!..., qué se habrán pensado estos artistas, please, please.

Lo importante es convencer al público para que venga a los museos y reciban un significado perfectamente diseñado, ya que estos sitios, los museos de este tipo, son los lugares más cosmopolitas de las ciudades de provincias. En toda ciudad verdaderamente interesante, no habrá nadie de la ciudad en estos museos.

Pero, claro, público individual hay..., todo lo anterior era una broma.

Y como lo hay, merece un respeto:

Para comenzar, sólo habría que hablar claro: el arte, pudiera ser, se produce en la conexión entre la obra y el público, y lo cierto es que esto, raras veces sucede.

Para continuar, creer (he dicho bien: creer) que no existe el público, creer sólo en la mirada individual, esa que sostiene placeres en la intimidad, esa que no está ligada a ningún grupo, esa que se confiesa a ella misma como fabricante de “arte” porque sabe experimentarlo en el momento justo en que lo crea...

La mirada de cada uno sostenida en el goce de cada uno: eso es lo que ofrecen estas artes de ahora mismo.

Difícil de aguantar, la individualidad, digo...

Sobre todo, difícil de aguantar para aquellos que tienen que justificar el gasto porque viven de él, y para aquellos que no consideran arte a todo aquello que no entre dentro de unos cánones establecidos por críticos y técnicos ( que a estas alturas, ya sabemos a lo que se dedican). Pues estos son los encargados de decir que la danza es..., la pintura es..., la música es..., vamos qué debe ser y cómo debe ser...
Que no, que no, que ahí va un ejemplo:


En resumen: a disfrutar de tus goces. A disfrutar de tus miradas, sensaciones oídas, palabras, tactos y demás material sensitivo, esas “cosas” con las que haces posible que siga existiendo la necesidad de arte.

Para no olvidar: en el arte lo primero eres tú. Creador y receptor, es lo mismo, sólo un puente de transmisión de goces reservados, íntimos, inmensos, por los que a la vida sólo cabe decirle SÍ, QUIERO.





Gracias a:

- Vanessa Beecroft por su obra (Front & Back Vogue Hommes, 2002) . Visita : http://www.vanessabeecroft.com/

- Fifastreet3. Visita: http://www.fifastreet3.com/index.asp?noredir=yes

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