jueves, 30 de abril de 2009

El año necesario: 4. LUCHAR




La forma de lucha más artística que conozco es vivir plenamente lo cotidiano.


Y lo cotidiano comienza en el cuerpo, en el arte del cuerpo:







Luchar es aprender el arte de la guerra. Vamos que no es otra cosa que jugar dentro de la tragedia.


Y en la guerra, sólo mandan la cabeza y el coraje unidos, las instrucciones precisas:



1-Saber que no hay salvación definitiva, sólo ingenio dirigido por la mirada llena de luchas anteriores.






2-La mirada en el objetivo: la mirada, precisa; el objetivo, concreto .







3-Conocer las dificultades para alcanzar el objetivo, porque la lucha comienza en uno mismo definiendo las dificultades, a pesar de querer negarlas, no verlas.








4-Pasión (en el sentido griego clásico, o eso creo, no como aquello que uno hace, que uno realiza y en donde se apasiona, sino la pasión como algo que se hace en ti, algo que te domina, te puede y te lleva): la entrega total contra las dificultades.








5-Temple. Sacarle partido a las dificultades, ponerlas a favor, dialogar con ellas, conocerlas y adaptarnos a ellas. Saber que uno sólo es, y al mismo tiempo, el estratega y el soldado raso situado en vanguardia.








6-Conocer nuestras armas, nuestros maquillajes internos y externos: esas máscaras perfectamente construidas para enfrentarnos a lo que tememos, lo terrible, siendo aún más fuertes que nuestro contrario.







7-Combatir. La resistencia en la serenidad ( la lucha es otro juego ), como único elemento en donde nos sostenemos.







Y al combatir, entramos en un terreno que no sabemos qué nos traerá, en donde las instrucciones precisas dejan de tener sentido...

El final del combate es incierto, ¿el objetivo?, clarísimo.


Los juegos son precisamente eso porque no conocemos el final.


Aunque conocemos el principio de toda lucha cotidiana:

Despertamos, miramos lo que nos rodea todavía envueltos en una mirada que no quiere ver; no vemos prácticamente, sumergidos en la sensación de recibir por la pupila todo un mundo..., todo un mundo aún desordenado y abierto a mil batallas de amor y muerte. Cada día empieza algo y acaba algo por medio de nuestras luchas en ese mundo que aún está por ordenar.


De repente, nos invade ese mundo entero y su deseo.
El deseo: vivir en él.

Y querer permanecer en él.

Estar.


La lucha entendida como la representaban esos caballeros a partir de la Edad Media, que en sus sepulturas colocaban una espada en una mano, y en la otra un libro.

Simple..., como la perfección.
¿La perfección?: un intelectual sentimental.

Y sólo me apetece añadir: y además, escéptico apasionado.

O, de otra manera: la lucha incierta en la serenidad ( y “seguridad”) de que no hay nada, nada para salvarse definitivamente, sólo pedazos de sueño que se hacen realidad, y por tanto, navegar en algunos momentos sabiendo que sí hay soluciones maravillosamente parciales, porque sí estás contigo y a favor tuyo.


A disfrutarlos, esos momentos robados al sueño, que tienen duración.

Voici la lucha, el objetivo clarísimo de toda lucha: extender lo hermoso.

Extenderlo, sabiendo que en la lucha, en esa lucha de nuestro propio cuerpo, siempre se está solo:


















Solo en lo cotidiano, extendiendo lo hermoso, alumbrando lo maravilloso por venir, la nueva lucha:







De las imágenes y vídeos:

1-Oscar Pistorius, cartel publicitario para Nike, 2007.
2-Oscar Pistorius-Nike, 2007
3-Fabrica, Non aspettiamo miracoli, 2003.
4-Michelangelo Buonarroti, David, 1501.
5-Barbara Kruger, Sin título, 2006.
6-Oscar Pistorius, 2008.
7-Fabrica, Sin título, 2003.
8-Miguel Ángel Gaueca, Retrato de Arakis, 2005.
9-Aesf, Last Riot 17, 2005.
10-Panos Kokkinias, Urania, 2007.
11-Panos Kokkinias, Goalkeeper, 2006.
12-Panos Kokkinias, Aliki, 2007.
13-Panos Kokkinias, Leónidas, 2007.
14-Panos Kokkinias, Spata, 2003.