martes, 5 de agosto de 2008

Las artes de ahora mismo

“De lo que existe, ya no es necesario hablar” (1)


Si podemos hablar sobre algo y encerrarlo entre los límites de las letras y espacios que forman el lenguaje, asistimos a su cese (muerte no, por favor).
Hablemos, pues, de lo que aún no existe.
Esta es la exigencia que le planteamos al arte contemporáneo, o, mejor dicho, a las artes de ahora mismo, en ESTE PRECISO INSTANTE: reflejar sólo la vida, y, además, la vida viva. No nos basta sólo con el concepto...
Creemos que la gramática que anima a las artes es tan distinta de la de los lenguajes convencionales que esperamos encontrar en ellas fórmulas sobre lo que más nos interesa de la vida: lo vivo (misterio no, por favor).
Y es posible, que las artes actuales estén en ese puente finísimo entre lo vivo y lo muerto, y, por eso mismo, representen perfectamente lo que está en proceso, lo que no está acabado, lo que se muestra en ciernes y que nos necesita para completarse.(2)
Y es posible, también, que les exijamos soluciones terapéuticas que nos acerquen a la comprensión de lo caótico, de lo sorprendente y que nos curen de la polifobia que vivimos en la actualidad: “tenemos miedo de todo – de las ondas de telefonía móvil, de lo que comemos, de lo que bebemos, etc-, y ya no aceptamos los accidentes, ya no el suceso en sí, sino ni siquiera la idea misma. El accidente se ha convertido en un escándalo, una obscenidad, un crimen. Es una época de riesgo cero, de protección total de las vidas y de la salud, una época que impulsa a la gente a exigir una prudencia preventiva que en la actualidad denominamos “principio de precaución” “.(3)
Podemos seguir exigiendo una vida aclarada (remojada y lavada previamente), pero lo que queremos encontrar es vida, no lo olvidemos. La vida que interesa a las artes de ahora mismo, no es la del “misterio”, la “inexplicable”, la “inefable”... No nos gustaría caer en la cursilería de afirmar que el arte proclama la derrota del saber (4). La vida que interesa a las artes de ahora mismo está compuesta de condicionantes estudiados, de leyes investigadas, de parámetros discutibles, de microelementos definidos y redefinidos, de macroelementos que la influyen, de épocas que la producen, en fin , que la vida es “una cosa más”...
Y las artes de ahora mismo se presentan como “una cosa más”, y eso, no hay quien lo aguante, porque se gana más dinero con el misterio que con la claridad. A lo peor este es uno de los problemas.
Desde luego, hacer arte ahora mismo, una vez que hemos asistido a la muerte de las trascendencias, no es algo que el público perdone fácilmente a los artistas. El público delante de estas obras, de estas ”oraciones sin Dios” (5), se siente estafado. A lo peor este es otro de los problemas.
Pero, es que no tener una única referencia tasada y avalada como verdadera (es decir, cualquier Dios que reúna alrededor muchas voluntades con deseo de afirmarlo), no es igual a abandonar la investigación; es igual a querer saber aún más...Meterse de lleno en ese terreno que no existe, y del que es necesario hablar (os remito a la cita de inicio).
Metidos en lo que no existe, y creyendo que es necesario hablar de ello nos encontramos a las artes de ahora mismo, llenas de vida y de preguntas.
¿Preguntas?
La palabra castellana cuestión deriva de la latina quaestio, que significa al mismo tiempo pregunta y tortura.
Lo único que las artes hacen es devolvernos las preguntas, meternos en ellas...De ahí la incomodidad de las artes de ahora mismo; de ahí que no quieran hablar de lo que ya tiene una existencia sostenida en un concepto mental delimitado. De ahí también, curiosamente, su creciente popularidad...
¿Se han dado cuenta? Cada ciudad que se considera a ella misma mínimamente importante, luce con verdadero orgullo un museo dedicado a estas artes.
¿Para qué?
Para poder tener un sitio en donde los “ciudadanos” (habitantes de la ciudad: ensimismados, sin lazos sociales demasiado vinculantes, hiperindividualistas, ajenos a la “vida” de los otros) se “alivien”, desplacen sus preguntas ( o torturas) por un momento y las coloquen como si provinieran de ciertas representaciones que, pasados unos minutos, les resultarán incómodas.
Las artes toman el papel de hacer existir lo que aún no está formulado (magia no, por favor).
Toman el papel de hablar de lo necesario, es decir, de lo que aún no existe.
Y así les va, “de estupendamente”...


(1) Cita aparecida en Le Monde, 19 de septiembre de 1987,citado por Guy Debord en “Comentarios sobre la sociedad del espectáculo”, Anagrama , Barcelona, 2003, pág. 17.
(2) De Azúa, Félix; “Diccionario de las Artes”, Anagrama, Barcelona, 2002, pp. 213 y ss.
(3) Lipovetsky, Gilles; “Metamorfosis de la cultura liberal”, Anagrama , Barcelona, 2002, pág. 75.
(4) Bourdieu, Pierre; “Las reglas del arte”, Anagrama, Barcelona, 2002, pág. 11.
(5) De Azúa, op. cit., pp. 50 y ss.

No hay comentarios: